Abrí los ojos por
culpa del despertador, era en un día totalmente helado y no me quería levantar
de la cama porque estaba muy cómodo, solo que me parecía extraño no escuchar
nada, ni a mi mamá y hermano en la cocina, el motor de ningún auto y los perros
no ladraban, estaba todo en un absoluto silencio. Hice el gran esfuerzo de
levantarme de la cama para hacerme un té, pero para mi sorpresa me encuentro a
mi familia completamente congelados, dentro de bloques de hielos, como si
alguien los hubiese encontrado dentro de un iceberg en una expedición en la
Antártida, algo totalmente surrealista que carecía de total sentido, pero ahí
estaban ellos. Intenté ponerlos al lado de la hornalla, hasta les puse la
estufa al lado y quise taparlos con una manta, pero nada sirvió, seguían igual.
No se había derretido ni siquiera un poco, ni una gota cayó.
Fui a pedir ayuda y
al salir de mi casa, todo el mundo estaba igual, congelados. No había nadie en
ninguna parte que muestre algún signo de que le estaba pasando lo mismo que a mí,
solo yo me podía mover. Mientras tanto seguí con mi vida, iba a correr o
compraba la comida para el día, me la pasaba jugando a la PlayStation. El mundo
parecía seguir funcionando a pesar de todo.
Un día me quedé
mirando el ataúd de hielo donde estaba mi madre, Me sentí muy triste por no
poder hablar con ella y en un impulso extraño, decidí abrazar el bloque. Este
empezó a hundirse y tomar la forma de mis brazos. un iceberg en una expedición en la
Antártida, algo totalmente surrealista que carecía de total sentido, pero ahí
estaban ellos. Intenté ponerlos al lado de la hornalla, hasta les puse la
estufa al lado y quise taparlos con una manta, pero nada sirvió, seguían igual.
No se había derretido ni siquiera un poco, ni una gota cayó.
Fui a pedir ayuda y
al salir de mi casa, todo el mundo estaba igual, congelados. No había nadie en
ninguna parte que muestre algún signo de que le estaba pasando lo mismo que a mí,
solo yo me podía mover. Mientras tanto seguí con mi vida, iba a correr o
compraba la comida para el día, me la pasaba jugando a la PlayStation. El mundo
parecía seguir funcionando a pesar de todo.
Un día me quedé
mirando el ataúd de hielo donde estaba mi madre, Me sentí muy triste por no
poder hablar con ella y en un impulso extraño, decidí abrazar el bloque. Este
empezó a hundirse y tomar la forma de mis brazos.